Hace años una persona a la que considero mi maestro y mentor me comentó que
las personas que utilizan permanentemente la primera persona del singular para
expresarse delante de los clientes (los llamados “Yoistas”), en vez de utilizar el
plural mayestático “nosotros” o “en nuestra empresa…”; ni podrían ni deberían
dedicarse al oficio de la consultoría.
Desde entonces he encontrado personas que continuamente lanzan
mensajes, más o menos explícitos, de: “Yo soy el más…” “Yo merezco…” “Yo pienso
mejor…” “Yo hago…”; “Yo tengo…”, “Yo haría…”, “Yo pienso…”
Creo que a estas personas el “bichito interno”, que es el ego, les impide compartir con los demás y tener una conversación enriquecedora.
Cuando estas personas tienen conversaciones en las que abordan cuestiones
importantes, con opiniones divergentes y donde la emoción está a flor de piel, las
posibilidades de que sientan que la imagen que tienen de sí mismos pueda salir
perjudicada son muy altas. En estas ocasiones, el ego entra en acción y la
conversación se centra en conseguir salvar la propia imagen, olvidando los
objetivos que se habían planteado.
Julio Olalla dice que “no podemos entender la existencia de un yo sin un tú”, de
igual forma en una conversación no podemos entender un “yo” sin la existencia de
un “tú”. ¿Qué conseguimos cuando nuestro ego se desborda durante la
conversación?; ¿Qué conseguimos empeñándonos en demostrar que pensamos
más y mejor, que hacemos mejor las cosas o que somos los más…?; ¿Qué
conseguimos demostrando que tenemos razón?
Tampoco ayuda el hecho de que cada vez sea más importante potenciar nuestra
propia “marca personal”. Y lo curioso es que nuestra marca personal se ve
fortalecida cuando los demás descubren esas capacidades, sin necesidad de estar
estar continuamente demostrando nuestros conocimientos, nuestra experiencia,
nuestras habilidades o nuestros logros.
Las personas con un ego controlado son capaces de mantener la calma, a pesar de
que se les demuestre que están equivocadas; aceptan bien las críticas; se
preocupan poco por las situaciones de status o poder; aceptan cómo son las cosas
aunque no sean como ellas las desean; no se recrean en las opiniones que tienen los demás
sobre ellas; aceptan a personas con distintos puntos de vista a los suyos; no sienten
la necesidad de impresionar, agradar o controlar permanentemente a las
personas en distintas situaciones, sino que se mueven por un sentido personal de
lo que está bien y mal.
Definitivamente mantener controlado el ego es fundamental para poder abordar
conversaciones en las que las emociones van a estar presentes y en las que la
imagen que tengo sobre mi mismo puede verse afectada. Y definitivamente,
mantener controlado el ego es primordial para dedicarse al oficio de consultoría.
“Nadie ha aprendido el sentido de la vida hasta que ha sometido a su ego para servir a sus hermanos”
(Ralph Waldo Emerson)